Votaré por mí en las próximas elecciones

Ad portas de una nueva elección presidencial en Colombia, no tengo claro por quién votar. Sin embargo, solo tengo claro una cosa: que los políticos no arreglarán este país, sea cual sea. Que Santos, que Zuluaga, que Peñalosa, que López, que Ramírez. No, no nos engañemos; la decisión de cambiar nuestro entorno, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro país, depende única y exclusivamente de nosotros: los ciudadanos.

Los gobernantes han estado demasiado tiempo en el poder; ahora, los que debemos mandar somos todos; sí todos, todos los que componemos esta sociedad. Llegará un día en que la decisión de votar por X o por Y para presidente de la República, o para alcalde, o para senador, será indiferente. No importará quién mande, porque la nueva sociedad humana basada en un sistema de cooperación no permitirá que falte nada.

Hoy en día sí importa quién gana una elección, porque dependemos de los políticos, de los gobernantes. Ellos nos han hecho depender de ellos; desde que nació la humanidad nos han hecho depender. ¡Pero ya basta! ¡Quitémonos la venda de los ojos! Somos nosotros los que construimos nuestro entorno, no ellos, y en cada uno de nosotros reside el poder. Nos han debilitado con frases como: “yo les daré educación a todos”, “yo les daré salud a todos”, “yo les daré empleo a todos”, “yo les daré vivienda a todos”.

Si bien es cierto los gobernantes determinan unas directrices generales, y pueden servir como líderes inspiradores, la verdad es que ellos no pueden hacer nada si los ciudadanos se sienten débiles, incapaces, e ineptos. En un sistema de cooperación todos los ciudadanos dan, no esperan recibir; no son mendigos, son reyes. En el actual sistema –basado en la pobreza y la escasez- todos esperan recibir. ¿Recibir de quién? De los políticos, de los poderosos, de otros.

Por lo tanto, en la próxima elección votaré por mí, mejor dicho votaré por alguno de los candidatos que aparecen en el tarjetón, ¿cuál? No importa, es lo de menos. Pero, mi actitud será lo importante al momento de votar, ya que sabré que ese voto no es por alguno de esos señores (o señoras) que aparecen allí, sino que lo haré convencido de que yo soy el responsable de mi vida, de mi entorno. Si todos los ciudadanos votamos por nosotros mismos el día de las elecciones, será indiferente quién gane. Que gana X, que gana Y, da la misma porque yo soy el que determina mi vida.

Lógicamente, las condiciones generales de la sociedad las crea ese gobernante, ese político; sin embargo, si seguimos creyendo que ese gobernante, ese político, nos va a cambiar radicalmente la vida, estamos fregados. El juego de la política consiste en hacernos creer algo que no es verdad: que la política determina la realidad, pero es al revés, la política está determinada por la realidad. Si hay políticos corruptos, políticos ineptos, es porque nosotros les hemos dado ese inmenso poder para que hagan con nuestros impuestos lo que se les dé la gana.

Dejemos de mirar hacia arriba, y empecemos a vernos entre nosotros mismos; dejemos que los gobernantes gobiernen, en sus macroasuntos, y nosotros dediquémonos a nuestros microproblemas, que para cada uno son macroproblemas. Si todos arreglamos nuestros microproblemas, pues, arreglamos nuestra sociedad, y los políticos no servirán para nada.

Cada cuatro años – cuando hay elección presidencial-, la gente vota confiada. Confían en un sueño utópico: que una persona puede cambiar la realidad de millones de personas. Falso, eso es imposible; pero durante años, siglos, nos han convencido de eso. Nos han debilitado, nos han apocado, nos han disminuido; ahora, llegó el momento de votar por el votante; es indiferente por quién vote usted, eso no importa, lo que importa es la actitud con que vota; si vota pensando en que esa persona por la que usted votó va a cambiar su vida, pues está en una grave equivocación; pero si vota pensando en que esa persona no determinará substancialmente su realidad, y que es usted el que lo va a ser, pues amigo ya empezó la verdadera revolución. La revolución de su propia existencia, de su propio universo.

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