El poder según “House of cards”





Francisco Bermúdez Guerra


Desde hace muchos años no veía series de televisión. Creo que la última que vi, en serio, fue “ALF” por allá en los 80s. Después, la televisión quedó relegada a un segundo plano en cuanto a mis planes recreativos y de distracción. Prefería leer un libro, escribir, caminar, escuchar radio, lo que fuera; la televisión pasó a un segundo plano en mi vida. Tal vez porque cuando era niño vi mucha televisión y quedé estragado.

A principios de la actual década mi exnovia me recomendó ver “The big bang theory”; una serie súper cómica que describe la vida de unos geniecitos y la de su sexy vecina rubia (Penny). Me volví adicto a ver esta serie, me encanta.

Posteriormente, y como ya lo relaté en otro artículo, debido a que en Colombia nos dio por sacar la versión criolla de “Breaking bad” decidí ver todas las temporadas de esta serie –la original- de un tacazo. Ya comenté y di mi punto de vista sobre este programa que me pareció excelente, aunque tiene muchos lugares oscuros desde el punto de vista moral.

También me vi enterita “Game of thrones” que es lo mismo que “El señor de los anillos”, salvo que en la primera hay un ingrediente erótico –por no decir que porno- bastante protuberante. También me ha gustado “Game of thrones”, estoy esperando la continuación de la misma en el 2016.

Después de verme todas estas series, caí en los brazos de “House of cards”. Este programa narra la vida de un político sin escrúpulos, sin moral, sin límites éticos, como lo es Francis Underwood, magistralmente interpretado por el ganador del Óscar Kevin Spacey. En “House of cards” se nos muestra todo ese juego de poder –en este caso el político-, desde una perspectiva maquiavélica, y cuando digo maquiavélica me refiero desde la postura del florentino que hizo una serie de recomendaciones políticas a Lorenzo de Médicis en el libro “El príncipe”.

“House of cards” narra ese ascenso de Underwood, desde el puesto de jefe de la bancada del partido Demócrata en la Cámara de Representantes de Estados Unidos hasta convertirse en presidente de la Nación. No creo que le haya dañado la serie a nadie, ya que desde la primera temporada se vislumbra para dónde va el asunto. Lo interesante no son los puestos que logra obtener Underwood sino cómo los obtiene. La mentira, el chantaje, la extorsión, la hipocresía, las falsas promesas, el dinero y hasta el asesinato físico y moral, son los instrumentos que utiliza este político ficticio para ascender y levantarse dentro de la intrincada burocracia de Washington.

Maquiavelo reveló en “El príncipe” que el poder tenía su propia ética, la ratio stato – la llamaba él-, esto quiere decir que el bien –en términos políticos- está ligado a la obtención del mismo y el mal – a perderlo-. Underwood sigue los consejos de Maquiavelo al pie de la letra. A él solo le interesa obtener lo que él quiere, no le importa decir mentiras, extorsionar, negociar, perpetrar crímenes, decir falsedades, etc. 

Underwood es el arquetipo –más no prototipo- del político en su más pura expresión; obviamente –y como todo en la vida- hay buenos, malos y regulares políticos, sin embargo, casi todos incurren en estos pecadillos para llegar a donde quieren llegar, porque el poder político es así, se necesita ser sagaz, astuto, para obtenerlo; un místico, un santurrón, un poeta, no tienen nada que hacer frente a los halcones que se pelean por un cargo público importante; para llegar allí hay que ser como aconsejó Maquiavelo. El que quiera dedicarse al bien –hablando moralmente- tendría que refugiarse en un monasterio, en un templo de meditación y de oración, o dedicarse a componer poemas en su casa; porque si quiere llegar a la cumbre del poder en la sociedad tiene que incurrir en muchos pecadillos que van contra el Bien universal.

No digo que todos los políticos sean inmorales o indecentes, no, también hay gente buena. Sin embargo, esos buenos son una minoría exigua, y casi siempre terminan relegados a cargos secundarios o son asesinados como le ha ocurrido a muchos. 

“House of cards” describe esto con frialdad, sin anestesia, sin atenuantes. ¿Le gusta la política? Pues esto es la política mi querido amigo, si le gusta, así debe comportarse. Ese sería el lema del programa, que más que una simple distracción es un manual al estilo maquiavélico de cómo ascender en el poder, en el poder político. Recomiendo ver esta serie para que todos reflexionemos sobre el sistema de convivencia humano que tenemos, ya que el sistema de dominación está ligado a este tipo de prácticas inveteradas.


Foto: https://www.netflix.com/co/title/70178217


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