Desde mis épocas de estudiante
universitario vengo escuchando una palabra que me parece un tanto difusa, se
trata del término “liderazgo”. “Aquí formamos líderes”, “soy un líder joven”, “somos
una escuela de líderes”, ¿qué significa todo esto del liderazgo? ¿Qué es un
líder?
Como su nombre lo indica, un
líder es alguien que lidera, que lleva la batuta de un proyecto, de una
empresa, o de un país. Sin embargo, los estudiosos del liderazgo nos dicen que
una cosa es ser líder y otra muy distinta es ser jefe. El primero, el líder,
moviliza a las personas transmitiéndoles entusiasmo por una causa, por una
idea. El jefe simplemente tiene poder, autoridad de mando; la gente hace lo que
dice el jefe porque él tiene la posibilidad de ejercer influencia sobre una
conducta, condicionándola a través de dinero, trabajo, o lo que sea.
El líder es motivador, es
positivo, es emprendedor, es cautivador, tiene carisma. Nuestra sociedad
necesita más líderes que simples jefes; esto lo escucho desde que estaba como
estudiante en la universidad. ¿Por qué? ¿Por qué se necesitan más líderes que
jefes? Porque los líderes ejercen lo que se denomina el soft power; ¿Qué es el soft
power? El poder suave, el poder motivador; “yo quiero que tú hagas esto, no
porque yo te mande sino porque tú lo quieres hacer”, esta sería la consigna del
soft power.
Psicológicamente se ha
demostrado que la gente obedece más eficazmente órdenes que son transmitidas
con simpatía, con positivismo, y hasta con amor; y que tiende a desobedecer o a
llevar a cabo de mala gana órdenes que vienen con amenazas, con violencia, o
con rudeza, el hard power.
A nivel político se dice que
Barack Obama es practicante de la política del soft power, que no pretende someter a los países enemigos de
Estados Unidos por la fuerza –como su antecesor- sino que lo hace utilizando
métodos más sutiles: apoyando la oposición política del régimen enemigo,
utilizando la diplomacia, y otros métodos fuertes –bélicos- pero que no son
visibles o tan visibles para la opinión pública –la que tuvo de enemiga George
W. Bush-.
El líder es un bacán, es un
jefe que da órdenes pero con cheveridad – palabras más, palabras menos-. Sin
embargo, en el Nuevo Mundo se necesitan más que jefes bacanes para que funcione
el nuevo sistema de convivencia humano basado en la cooperación.
El líder es un exponente del
sistema de dominación que ha preponderado en la especie humana hasta ahora;
¿cuál será el rol del líder en el nuevo modelo de convivencia humano basado en
la cooperación? Ese precisamente, el de tener un rol y nada más.
El líder en el sistema de
convivencia humano basado en la cooperación tendrá que jugar el rol de jefe,
pero nada más. ¿Cómo así? Pues sí, el líder no será nada más que un papel, que
un oficio, que un cargo, que un servicio, y punto. En la sociedad debe haber
alguien que organice, que disponga, que vea todo el bosque para organizar los
árboles, pero hasta allí.
Hemos vivido hasta ahora
agonizando por una pugna de poderes, la sociedad humana se ha desangrado por
culpa de los choques de poder. Las guerras, la miseria, la pobreza, los daños
ambientales, son la consecuencia de esos juegos de poder, absurdos, infantiles,
irracionales, estúpidos. Los nuevos líderes del Nuevo Mundo serán simplemente
unas personas que ejercerán cargos de poder por encargo, por servicio, por
utilidad general; no habrá pugnas de poder, ni guerras, ni conflictos, porque
la Nueva Humanidad tendrá un valor fundamental sobre el cual se asiente: el de
la cooperación y la paz.
El líder del Nuevo Mundo ya no
será un jefe que ejerza el soft power,
será simplemente un coordinador que ejercerá el power for cooperation. Ya no habrá hard power, ni soft power;
solo habrá cooperación, y poder para la cooperación, o cooperación con poder.
En las escuelas de liderazgo,
de administración, o como se llamen, ya no se formarán jefes bacanes, sino
coordinadores de cooperación, que ejercerán ese rol no para adquirir poder sino
para velar por la armonía, la paz, y la prosperidad de todo el grupo, de toda
la sociedad, de toda la comunidad. Por eso es necesario que en las escuelas de
gobierno, de liderazgo, de administración, se enseñe la cooperación, se enseñen
nuevos valores, se inculque el nuevo sistema de convivencia humano.
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