¿Qué es el mal? ¿Por qué el mal
es el mal? Para el cristianismo, el mal es no seguir los diez mandamientos
dados por Dios a Moisés. Para la mayoría de las religiones, el mal es no seguir
las directrices de los líderes de esas religiones. Esas directrices
generalmente están inscritas en libros sagrados, textos sagrados, y leyes.
El bien y el mal; son dos
conceptos morales; dos palabras que han atormentado al hombre desde que es
hombre. ¿Cuándo hago algo malo? ¿Cuándo hago algo bueno? Para eso existe el
derecho, para decirle a la gente lo que está bien y lo que está mal; para eso
también están las religiones, para decirle a la gente lo que está bien y lo que
está mal. ¿Y si no existieran religiones? ¿Si no existiera el derecho? ¿Cómo
sabríamos qué es el bien, y qué es el mal?
Kant decía que el hombre debía
actuar, como si su actuar fuera una ley universal. Esto es, que las personas en
su comportamiento debían seguir una ley moral, una norma de conducta que debía
ser seguida por todos los hombres. Ahí aparece nuevamente el concepto de bien y
de mal.
“No le hagas a los demás, lo
que no quieres que te hagan a ti” afirma el evangelio. El bien, de cierta
forma, es generar bienestar a los otros; por otro lado, el mal es lo contrario,
es causar un daño o un dolor a los demás.
Creo que ahí está el quid de la
ley moral; si no existieran las religiones o el derecho sabríamos que si le
causamos un dolor o un daño a otra persona o a otro ser vivo, estamos haciendo
el mal; por otro lado, si le generamos bienestar a otro ser vivo o a otra
persona, estamos haciendo el bien. Así de sencillo, así de simple, y así de
complicado y de complejo.
¿Cómo sabemos que el mal está
mal? Porque le generamos sufrimiento o dolor a otro ser; de otro lado, cuando
generamos bienestar a otra persona o a otro ser vivo, estamos haciendo el bien.
Como nos movemos en el mundo del lenguaje, las palabras “dolor”, “sufrimiento”,
“bienestar”, tienen una connotación subjetiva. Hay personas que gozan con el
dolor, propio o ajeno; y personas que reciben bienestar a través del dolor,
como los sadomasoquistas. Sin embargo, a pesar de la subjetividad del lenguaje,
de la relatividad del lenguaje, todos tenemos una idea general sobre lo que es
el dolor, el sufrimiento, el bienestar y hasta el placer.
En un mundo sin derecho, sin
religiones, el hombre moral se podría guiar por este simple concepto: si le
causo dolor y sufrimiento a otra persona, mi comportamiento está mal; si le
causo bienestar, está bien.
En la película La guerra de las galaxias este concepto
del bien y del mal se maneja a través de lo que se denomina como la Fuerza. La
Fuerza está ahí, pero tiene un lado luminoso (el bien) y un lado oscuro (el
mal). Los Jedis están entrenados para moverse en el lado luminoso de la Fuerza,
los Sith están entrenados para moverse en el lado oscuro de la Fuerza (el mal).
El mundo entero sería la Fuerza, el campo en el que me muevo, mi actitud
generaría si estoy en el lado luminoso o en el lado oscuro.
El lado oscuro de la Fuerza
determina que el mundo ofrece la posibilidad de movernos en el mal, de movernos
en el dolor y en el sufrimiento. De ahí que muchos piensen que el mundo es mal.
¿No ves la pobreza? ¿No ves las guerras? ¿No ves la injusticia? Yo creo que el
mundo es bueno precisamente porque existe la posibilidad total de moverse en el
bien o en el mal; si solo existiera el bien, no sabríamos que es el bien porque
no tendríamos punto de comparación. Sabemos que el bien es bien porque existe
el mal; de cierta forma, el mal le da sentido al bien. El Universo es perfecto
porque existen los opuestos; la luz y la oscuridad, el frío y el calor, el día
y la noche, el bien y el mal. El Universo es perfecto porque existen esos
opuestos.
La libertad del hombre, del ser
humano, consiste en poder moverse en uno o en otro extremo. La vida nos da la
posibilidad de generar dolor y sufrimiento, o de generar bienestar. Sin
embargo, moverse en el bien tiene sus consecuencias, y moverse en el mal tiene
sus consecuencias. Lo que los hindúes llaman el karma; ese es el resultado de
moverse en uno o en otro ámbito de la ley moral. Si hago el mal, recibo el mal,
si hago el bien recibo el bien. Hay libertad, pero esa libertad tiene
consecuencias, eso es lo que nos enseña la vida, el Universo, que no hay
impunidad en la naturaleza; hay impunidad, falta de justicia en la ley humana,
pero no en la ley natural. Esta ley, la del karma, o la de causa y efecto, nos
enseña que podemos movernos entre los opuestos de la ley moral, pero que eso
tiene su precio. Reclamamos el bien cuando nos movemos en el bien, reclamamos
el mal cuando nos movemos en el mal. Así de simple.
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