Francisco Bermúdez Guerra
Escribo
estas palabras un día después de conocerse el resultado electoral de segunda
vuelta presidencial. Euforia y alegría por un lado, y tristeza y rabia en el
otro bando. Obviamente yo opté por una de las dos opciones que estaban en la
carrera por la presidencia, hoy ya no importa, eso ya es del pasado. Colombia
tiene un nuevo presidente que se posesionará el 7 de agosto de 2018.
La
política siempre divide, genera emociones extremas, porque cada quien tiene su
propia visión sobre la realidad y sobre cómo lo afecta, de allí el entusiasmo
que genera una campaña electoral. Entrar en la política nunca ha sido una
opción de vida para mí, no tengo las características de personalidad que se
requieren para ser político, pero eso no significa que no respalde unas ideas que
creo son las más convenientes para que se gobierne o funcione una comunidad.
La
libertad, la democracia, el respeto por las minorías, el cuidado del medio
ambiente y de los animales, y la implantación de un sistema de convivencia
humana basado en la cooperación son algunas de esas ideas que creo deben animar
el funcionamiento de la sociedad, y en especial el de mi país: Colombia.
Insultar,
ofender, entrar en discordia con nuestros amigos, con nuestros compañeros de
estudios o de trabajo, con nuestros familiares, o con desconocidos, no tiene
sentido. La confrontación no trae nada bueno, nadie gana y todos pierden.
Entonces, ¿cómo difundir esos ideales? De manera respetuosa, a veces indirecta,
e incluso de forma creativa. El arte es una buena herramienta de transmitir
ideas sin violentar al receptor de estas; otra forma es explicando
racionalmente y de manera lógica muchos de los pensamientos que se tienen sobre
la realidad, con desapasionamiento.
¿Qué
ocurre cuando los políticos y los gobernantes implantan en la sociedad medidas
contrarias a esos ideales? Pues, muchos dirán que resignación, otros dirán que
resistencia, otros dirán que oposición. Yo digo que paciencia y calma. La
transformación de la conciencia de una nación, de un país, de una sociedad,
puede durar décadas, generaciones, e incluso siglos. Tiene que ver con la
experimentación de la aplicación de medidas equivocadas en la realidad y el
sufrimiento en carne propia de sus efectos, solo así se aprende; así lo han
comprendido todos los pueblos civilizados del mundo: equivocándose.
Yo
por mi parte, como loco y voz en el desierto, seguiré pregonando lo que pienso,
utilizando estos medios de comunicación con amor, con tolerancia, con voluntad
positiva, y sobre todo, tratando con armonía de exponer lo que yo creo sobre lo
que debe ser una comunidad bien conducida. Ese es mi punto de vista, y por lo
tanto, es subjetivo. Sin emabrgo, eso puede suscitar en pocos o en muchos una
reflexión, y eso puede llevar a corto, mediano o largo plazo un cambio de
conciencia, si es que estas ideas en realidad son las adecuadas.
A
través de estos medios de comunicación: blogs, escritos, libros, artículos,
videos, he expuesto mi concepción de la realidad, que únicamente están
liberados en la Internet para que sirvan como objeto de meditación, de
reflexión, de sana discusión, de pensamiento, y no como un medio para hacer
proselitismo o para violentar la opinión y las ideas de los demás. Porque cada
quien vive su vida como puede, como quiere y como cree que debe vivir; cada
persona en su forma de pensar merece respeto. Todo sea por amor a la humanidad,
a los demás, a uno mismo y a mi país, en este caso a Colombia.
Gracias
para los que se tomaron el tiempo de leer estas líneas.
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